Rodolfo Walsh*: Carta abierta a la Junta Militar. Carta

Rodolfo Walsh1. La censura de prensa, la persecución a intelectuales, el allanamiento de mi casa en el Tigre, el asesinato de amigos queridos y la pérdida de una hija que murió combatiéndolos, son algunos de los hechos que me obligan a esta forma de expresión clandestina después de haber opinado libremente como escritor y periodista durante casi treinta años.
El primer aniversario de esta Junta Militar ha motivado un balance de la acción de gobierno en documentos y discursos oficiales, donde lo que ustedes llaman aciertos son errores, los que reconocen como errores son crímenes y lo que omiten son calamidades.

El 24 de marzo de 1976 derrocaron ustedes a un gobierno del que formaban parte, a cuyo desprestigio contribuyeron como ejecutores de su política represiva, y cuyo término estaba señalado por elecciones convocadas para nueve meses más tarde. En esa perspectiva lo que ustedes liquidaron no fue el mandato transitorio de Isabel Martínez sino la posibilidad de un proceso democrático donde el pueblo remediara males que ustedes continuaron y agravaron.

Ilegítimo en su origen, el gobierno que ustedes ejercen pudo legitimarse en los hechos recuperando el programa en que coincidieron en las elecciones de 1973 el ochenta por ciento de los argentinos y que sigue en pie como expresión objetiva de la voluntad del pueblo, único significado posible de ese «ser nacional» que ustedes invocan tan a menudo.

Invirtiendo ese camino han restaurado ustedes la corriente de ideas e intereses de minorías derrotadas que traban el desarrollo de las fuerzas productivas, explotan al pueblo y disgregan la Nación. Una política semejante sólo puede imponerse transitoriamente prohibiendo los partidos, interviniendo los sindicatos, amordazando la prensa e implantando el terror más profundo que ha conocido la sociedad argentina.

2. Quince mil desaparecidos, diez mil presos, cuatro mil muertos, decenas de miles de desterrados son la cifra desnuda de ese terror.

Colmadas las cárceles ordinarias, crearon ustedes en las principales guarniciones del país virtuales campos de concentración donde no entra ningún juez, abogado, periodista, observador internacional. El secreto militar de los procedimientos, invocado como necesidad de la investigación, convierte a la mayoría de las detenciones en secuestros que permiten la tortura sin límite y el fusilamiento sin juicio.1

Más de siete mil recursos de hábeas corpus han sido contestados negativamente este último año. En otros miles de casos de desaparición el recurso ni siquiera se ha presentado porque se conoce de antemano su inutilidad o porque no se encuentra abogado que ose presentarlo después que los cincuenta o sesenta que lo hacían fueron a su turno secuestrados.

De este modo han despojado ustedes a la tortura de su límite en el tiempo. Como el detenido no existe, no hay posibilidad de presentarlo al juez en diez días según manda una ley que fue respetada aún en las cumbres represivas de anteriores dictaduras.

La falta de límite en el tiempo ha sido complementada con la falta de límite en los métodos, retrocediendo a épocas en que se operó directamente sobre las articulaciones y las vísceras de las víctimas, ahora con auxiliares quirúrgicos y farmacológicos de que no dispusieron los antiguos verdugos. El potro, el torno, el despellejamiento en vida, la sierra de los inquisidores medievales reaparecen en los testimonios junto con la picana y el «submarino», el soplete de las actualizaciones contemporáneas.2

Mediante sucesivas concesiones al supuesto de que el fin de exterminar a la guerrilla justifica todos los medios que usan, han llegado ustedes a la tortura absoluta, intemporal, metafísica en la medida que el fin original de obtener información se extravía en las mentes perturbadas que la administran para ceder al impulso de machacar la sustancia humana hasta quebrarla y hacerle perder la dignidad que perdió el verdugo, que ustedes mismos han perdido.

3. La negativa de esa Junta a publicar los nombres de los prisioneros es asimismo la cobertura de una sistemática ejecución de rehenes en lugares descampados y horas de la madrugada con el pretexto de fraguados combates e imaginarias tentativas de fuga.

Extremistas que panfletean el campo, pintan acequias o se amontonan de a diez en vehículos que se incendian son los estereotipos de un libreto que no está hecho para ser creído sino para burlar la reacción internacional ante ejecuciones en regla mientras en lo interno se subraya el carácter de represalias desatadas en los mismos lugares y en fecha inmediata a las acciones guerrilleras.

Setenta fusilados tras la bomba en Seguridad Federal, 55 en respuesta a la voladura del Departamento de Policía de La Plata, 30 por el atentado en el Ministerio de Defensa, 40 en la Masacre del Año Nuevo que siguió a la muerte del coronel Castellanos, 19 tras la explosión que destruyó la comisaría de Ciudadela forman parte de 1.200 ejecuciones en 300 supuestos combates donde el oponente no tuvo heridos y las fuerzas a su mando no tuvieron muertos.

Depositarios de una culpa colectiva abolida en las normas civilizadas de justicia, incapaces de influir en la política que dicta los hechos por los cuales son represaliados, muchos de esos rehenes son delegados sindicales, intelectuales, familiares de guerrilleros, opositores no armados, simples sospechosos a los que se mata para equilibrar la balanza de las bajas según la doctrina extranjera de «cuenta-cadáveres» que usaron los SS en los países ocupados y los invasores en Vietnam.

El remate de guerrilleros heridos o capturados en combates reales es asimismo una evidencia que surge de los comunicados militares que en un año atribuyeron a la guerrilla 600 muertos y sólo 10 ó 15 heridos, proporción desconocida en los más encarnizados conflictos. Esta impresión es confirmada por un muestreo periodístico de circulación clandestina que revela que entre el 18 de diciembre de 1976 y el 3 de febrero de 1977, en 40 acciones reales, las fuerzas legales tuvieron 23 muertos y 40 heridos, y la guerrilla 63 muertos.3

Más de cien procesados han sido igualmente abatidos en tentativas de fuga cuyo relato oficial tampoco está destinado a que alguien lo crea sino a prevenir a la guerrilla y los partidos de que aún los presos reconocidos son la reserva estratégica de las represalias de que disponen los Comandantes de Cuerpo según la marcha de los combates, la conveniencia didáctica o el humor del momento.

Así ha ganado sus laureles el general Benjamín Menéndez, jefe del Tercer Cuerpo de Ejército, antes del 24 de marzo con el asesinato de Marcos Osatinsky, detenido en Córdoba, después con la muerte de Hugo Vaca Narvaja y otros cincuenta prisioneros en variadas aplicaciones de la ley de fuga ejecutadas sin piedad y narradas sin pudor.4

El asesinato de Dardo Cabo, detenido en abril de 1975, fusilado el 6 de enero de 1977 con otros siete prisioneros en jurisdicción del Primer Cuerpo de Ejército que manda el general Suárez Masson, revela que estos episodios no son desbordes de algunos centuriones alucinados sino la política misma que ustedes planifican en sus estados mayores, discuten en sus reuniones de gabinete, imponen como comandantes en jefe de las 3 Armas y aprueban como miembros de la Junta de Gobierno.

4. Entre mil quinientas y tres mil personas han sido masacradas en secreto después que ustedes prohibieron informar sobre hallazgos de cadáveres que en algunos casos han trascendido, sin embargo, por afectar a otros países, por su magnitud genocida o por el espanto provocado entre sus propias fuerzas.5

Veinticinco cuerpos mutilados afloraron entre marzo y octubre de 1976 en las costas uruguayas, pequeña parte quizás del cargamento de torturados hasta la muerte en la Escuela de Mecánica de la Armada, fondeados en el Río de la Plata por buques de esa fuerza, incluyendo el chico de 15 años, Floreal Avellaneda, atado de pies y manos, «con lastimaduras en la región anal y fracturas visibles» según su autopsia.

Un verdadero cementerio lacustre descubrió en agosto de 1976 un vecino que buceaba en el Lago San Roque de Córdoba, acudió a la comisaría donde no le recibieron la denuncia y escribió a los diarios que no la publicaron.6

Treinta y cuatro cadáveres en Buenos Aires entre el 3 y el 9 de abril de 1976, ocho en San Telmo el 4 de julio, diez en el Río Luján el 9 de octubre, sirven de marco a las masacres del 20 de agosto que apilaron 30 muertos a 15 kilómetros de Campo de Mayo y 17 en Lomas de Zamora.

En esos enunciados se agota la ficción de bandas de derecha, presuntas herederas de las 3 A de López Rega, capaces de atravesar la mayor guarnición del país en camiones militares, de alfombrar de muertos el Río de la Plata o de arrojar prisioneros al mar desde los transportes de la Primera Brigada Aérea 7, sin que se enteren el general Videla, el almirante Massera o el brigadier Agosti. Las 3 A son hoy las 3 Armas, y la Junta que ustedes presiden no es el fiel de la balanza entre «violencias de distintos signos» ni el árbitro justo entre «dos terrorismos», sino la fuente misma del terror que ha perdido el rumbo y sólo puede balbucear el discurso de la muerte.8

La misma continuidad histórica liga el asesinato del general Carlos Prats, durante el anterior gobierno, con el secuestro y muerte del general Juan José Torres, Zelmar Michelini, Héctor Gutiérrez Ruiz y decenas de asilados en quienes se ha querido asesinar la posibilidad de procesos democráticos en Chile, Bolivia y Uruguay.9

La segura participación en esos crímenes del Departamento de Asuntos Extranjeros de la Policía Federal, conducido por oficiales becados de la CIA a través de la AID, como los comisarios Juan Gattei y Antonio Gettor, sometidos ellos mismos a la autoridad de Mr. Gardener Hathaway, Station Chief de la CIA en Argentina, es semillero de futuras revelaciones como las que hoy sacuden a la comunidad internacional que no han de agotarse siquiera cuando se esclarezcan el papel de esa agencia y de altos jefes del Ejército, encabezados por el general Menéndez, en la creación de la Logia Libertadores de América, que reemplazó a las 3 A hasta que su papel global fue asumido por esa Junta en nombre de las 3 Armas.

Este cuadro de exterminio no excluye siquiera el arreglo personal de cuentas como el asesinato del capitán Horacio Gándara, quien desde hace una década investigaba los negociados de altos jefes de la Marina, o del periodista de «Prensa Libre» Horacio Novillo, apuñalado y calcinado después que ese diario denunció las conexiones del ministro Martínez de Hoz con monopolios internacionales.

A la luz de estos episodios cobra su significado final la definición de la guerra pronunciada por uno de sus jefes: «La lucha que libramos no reconoce límites morales ni naturales, se realiza más allá del bien y del mal».10

5. Estos hechos, que sacuden la conciencia del mundo civilizado, no son sin embargo los que mayores sufrimientos han traído al pueblo argentino ni las peores violaciones de los derechos humanos en que ustedes incurren. En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada.

En un año han reducido ustedes el salario real de los trabajadores al 40%, disminuido su participación en el ingreso nacional al 30%, elevado de 6 a 18 horas la jornada de labor que necesita un obrero para pagar la canasta familiar11, resucitando así formas de trabajo forzado que no persisten ni en los últimos reductos coloniales.

Congelando salarios a culatazos mientras los precios suben en las puntas de las bayonetas, aboliendo toda forma de reclamación colectiva, prohibiendo asambleas y comisiones internas, alargando horarios, elevando la desocupación al récord del 9%12 prometiendo aumentarla con 300.000 nuevos despidos, han retrotraído las relaciones de producción a los comienzos de la era industrial, y cuando los trabajadores han querido protestar los han calificados de subversivos, secuestrando cuerpos enteros de delegados que en algunos casos aparecieron muertos, y en otros no aparecieron.13

Los resultados de esa política han sido fulminantes. En este primer año de gobierno el consumo de alimentos ha disminuido el 40%, el de ropa más del 50%, el de medicinas ha desaparecido prácticamente en las capas populares. Ya hay zonas del Gran Buenos Aires donde la mortalidad infantil supera el 30%, cifra que nos iguala con Rhodesia, Dahomey o las Guayanas; enfermedades como la diarrea estival, las parasitosis y hasta la rabia en que las cifras trepan hacia marcas mundiales o las superan. Como si esas fueran metas deseadas y buscadas, han reducido ustedes el presupuesto de la salud pública a menos de un tercio de los gastos militares, suprimiendo hasta los hospitales gratuitos mientras centenares de médicos, profesionales y técnicos se suman al éxodo provocado por el terror, los bajos sueldos o la «racionalización».

Basta andar unas horas por el Gran Buenos Aires para comprobar la rapidez con que semejante política la convirtió en una villa miseria de diez millones de habitantes. Ciudades a media luz, barrios enteros sin agua porque las industrias monopólicas saquean las napas subterráneas, millares de cuadras convertidas en un solo bache porque ustedes sólo pavimentan los barrios militares y adornan la Plaza de Mayo , el río más grande del mundo contaminado en todas sus playas porque los socios del ministro Martínez de Hoz arrojan en él sus residuos industriales, y la única medida de gobierno que ustedes han tomado es prohibir a la gente que se bañe.

Tampoco en las metas abstractas de la economía, a las que suelen llamar «el país», han sido ustedes más afortunados. Un descenso del producto bruto que orilla el 3%, una deuda exterior que alcanza a 600 dólares por habitante, una inflación anual del 400%, un aumento del circulante que en solo una semana de diciembre llegó al 9%, una baja del 13% en la inversión externa constituyen también marcas mundiales, raro fruto de la fría deliberación y la cruda inepcia.

Mientras todas las funciones creadoras y protectoras del Estado se atrofian hasta disolverse en la pura anemia, una sola crece y se vuelve autónoma. Mil ochocientos millones de dólares que equivalen a la mitad de las exportaciones argentinas presupuestados para Seguridad y Defensa en 1977, cuatro mil nuevas plazas de agentes en la Policía Federal, doce mil en la provincia de Buenos Aires con sueldos que duplican el de un obrero industrial y triplican el de un director de escuela, mientras en secreto se elevan los propios sueldos militares a partir de febrero en un 120%, prueban que no hay congelación ni desocupación en el reino de la tortura y de la muerte, único campo de la actividad argentina donde el producto crece y donde la cotización por guerrillero abatido sube más rápido que el dólar.

6. Dictada por el Fondo Monetario Internacional según una receta que se aplica indistintamente al Zaire o a Chile, a Uruguay o Indonesia, la política económica de esa Junta sólo reconoce como beneficiarios a la vieja oligarquía ganadera, la nueva oligarquía especuladora y un grupo selecto de monopolios internacionales encabezados por la ITT, la Esso, las automotrices, la U.S.Steel, la Siemens, al que están ligados personalmente el ministro Martínez de Hoz y todos los miembros de su gabinete.

Un aumento del 722% en los precios de la producción animal en 1976 define la magnitud de la restauración oligárquica emprendida por Martínez de Hoz en consonancia con el credo de la Sociedad Rural expuesto por su presidente Celedonio Pereda: «Llena de asombro que ciertos grupos pequeños pero activos sigan insistiendo en que los alimentos deben ser baratos».14

El espectáculo de una Bolsa de Comercio donde en una semana ha sido posible para algunos ganar sin trabajar el cien y el doscientos por ciento, donde hay empresas que de la noche a la mañana duplicaron su capital sin producir más que antes, la rueda loca de la especulación en dólares, letras, valores ajustables, la usura simple que ya calcula el interés por hora, son hechos bien curiosos bajo un gobierno que venía a acabar con el «festín de los corruptos».

Desnacionalizando bancos se ponen el ahorro y el crédito nacional en manos de la banca extranjera, indemnizando a la ITT y a la Siemens se premia a empresas que estafaron al Estado, devolviendo las bocas de expendio se aumentan las ganancias de la Shell y la Esso, rebajando los aranceles aduaneros se crean empleos en Hong Kong o Singapur y desocupación en la Argentina. Frente al conjunto de esos hechos cabe preguntarse quiénes son los apátridas de los comunicados oficiales, dónde están los mercenarios al servicio de intereses foráneos, cuál es la ideología que amenaza al ser nacional.

Si una propaganda abrumadora, reflejo deforme de hechos malvados no pretendiera que esa Junta procura la paz, que el general Videla defiende los derechos humanos o que el almirante Massera ama la vida, aún cabría pedir a los señores Comandantes en Jefe de las 3 Armas que meditaran sobre el abismo al que conducen al país tras la ilusión de ganar una guerra que, aún si mataran al último guerrillero, no haría más que empezar bajo nuevas formas, porque las causas que hace más de veinte años mueven la resistencia del pueblo argentino no estarán desaparecidas sino agravadas por el recuerdo del estrago causado y la revelación de las atrocidades cometidas.

Estas son las reflexiones que en el primer aniversario de su infausto gobierno he querido hacer llegar a los miembros de esa Junta, sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles.

Rodolfo Walsh. – C.I. 2845022
Buenos Aires, 24 de marzo de 1977

 

NOTAS

1 Desde enero de 1977 la Junta empezó a publicar nóminas incompletas de nuevos detenidos y de «liberados» que en su mayoría no son tales sino procesados que dejan de estar a su disposición pero siguen presos. Los nombres de millares de prisioneros son aún secreto militar y las condiciones para su tortura y posterior fusilamiento permanecen intactas.

2 El dirigente peronista Jorge Lizaso fue despellejado en vida, el ex diputado radical Mario Amaya muerto a palos, el ex diputado Muñiz Barreto desnucado de un golpe. Testimonio de una sobreviviente: «Picana en los brazos, las manos, los muslos, cerca de la boca cada vez que lloraba o rezaba… Cada veinte minutos abrían la puerta y me decían que me iban a hacer fiambre con la máquina de sierra que se escuchaba».

3 «Cadena Informativa», mensaje Nro. 4, febrero de 1977.

4 Una versión exacta aparece en esta carta de los presos en la Cárcel de Encausados al obispo de Córdoba, monseñor Primatesta: «El 17 de mayo son retirados con el engaño de ir a la enfermería seis compañeros que luego son fusilados. Se trata de Miguel Ángel Mosse, José Svagusa, Diana Fidelman, Luis Verón, Ricardo Yung y Eduardo Hernández, de cuya muerte en un intento de fuga informó el Tercer Cuerpo de Ejército. El 29 de mayo son retirados José Pucheta y Carlos Sgadurra. Este último había sido castigado al punto de que no se podía mantener en pie sufriendo varias fracturas de miembros. Luego aparecen también fusilados en un intento de fuga».

5 En los primeros 15 días de gobierno militar aparecieron 63 cadáveres, según los diarios. Una proyección anual da la cifra de 1500. La presunción de que puede ascender al doble se funda en que desde enero de 1976 la información periodística era incompleta y en el aumento global de la represión después del golpe. Una estimación global verosímil de las muertes producidas por la Junta es la siguiente. Muertos en combate: 600. Fusilados: 1.300. Ejecutados en secreto: 2.000. Varios. 100. Total: 4.000.

6 Carta de Isaías Zanotti, difundida por ANCLA, Agencia Clandestina de Noticias.

7 «Programa» dirigido entre julio y diciembre de 1976 por el brigadier Mariani, jefe de la Primera Brigada Aérea del Palomar. Se usaron transportes Fokker F-27.

8 El canciller vicealmirante Guzzeti en reportaje publicado por «La Opinión» el 3-10-76 admitió que «el terrorismo de derecha no es tal» sino «un anticuerpo».

9 El general Prats, último ministro de Ejército del presidente Allende, muerto por una bomba en setiembre de 1974. Los ex parlamentarios uruguayos Michelini y Gutiérrez Ruiz aparecieron acribillados el 2-5-76. El cadáver del general Torres, ex presidente de Bolivia, apareció el 2-6-76, después que el ministro del Interior y ex jefe de Policía de Isabel Martínez, general Harguindeguy, lo acusó de «simular» su secuestro.

10 Teniente Coronel Hugo Ildebrando Pascarelli según «La Razón» del 12-6-76. Jefe del Grupo I de Artillería de Ciudadela. Pascarelli es el presunto responsable de 33 fusilamientos entre el 5 de enero y el 3 de febrero de 1977.

11 Unión de Bancos Suizos, dato correspondiente a junio de 1976. Después la situación se agravó aún más.

12 Diario «Clarín».

13 Entre los dirigentes nacionales secuestrados se cuentan Mario Aguirre de ATE, Jorge Di Pasquale de Farmacia, Oscar Smith de Luz y Fuerza. Los secuestros y asesinatos de delegados han sido particularmente graves en metalúrgicos y navales.

14 Prensa Libre, 16-12-76.

* El escritor argentino Rodolfo J. Walsh nació en 1927. El 25 de marzo de 1977 un pelotón de la dictadura miliar lo emboscó en Buenos Aires. Su cuerpo nunca apareció. El día anterior había escrito la Carta Abierta a la Junta Militar.

Néstor Valdivia: A Mamá Bachi. Carta de despedida

Nes Original completoGracias a ti, por esa inercia de los genes, por ese poder de la tradición y la costumbre, por la fuerza de la sangre que tu corazón bombeó y que nos alimenta las venas y el espíritu, es que estamos acá reunidos, para despedirte y abrazarte a la eternidad de la memoria que heredaremos a tu descendencia.

Pequeña mujer de corazón gigante, con tus dedos y manos de lana, tejiste nuestras vidas que son tuyas ahora y para siempre.

Mis mejores recuerdos de la infancia feliz que me tocó vivir fueron en Coracora. Recuerdos imborrables al lado de mis hermanos, padres, primos, tíos, al lado tuyo y de papá lesmes. Tuve la fortuna de verte y sentirte como a una madre, siempre preocupada por todos hasta el final de tus días. Como a un choclo, desgranaste el rosario a las 5 en punto, rezando todas las mañanas, pidiendo por los tuyos.

El olor del humo de la cocina de leña, era lo primero que sentíamos al despertar. Bajábamos somnolientos a tomar el desayuno en el comedor de la casa. Papá Lesmes ya estaba sentado tomando en su gran taza la leche humeante y tú, mamá Bachi, corriendo en busca de no sé qué, de un lado al otro de la casa.

Cada árbol de tu chacra, cada planta, cada piedra, y el hinojo de la huerta. El eucalipto de la era, la viejita casa donde naciste y la casa del pueblo donde tu padre te crío sólo. Cada una de tus hortensias que sólo con el cariño de tus manos sabían florecer y que desde tu ausencia, parecen haber enflaquecido y marchitado irremediablemente, todas esas cosas se quedarán con el aroma de tu presencia.

Con tu partida germinan los recuerdos, tu voz ha sido atrapada en la malla de las paredes de tu casa, eco que se repetirá hasta lo profundo del cariño que te tenemos.

Tu cuerpo, al fin, vieja linda, perdió la batalla, ante el más grande y sublime de los egoísmo que pueda tener el alma, desprenderse de la carne y elevarse como humo invisible. Tu espíritu al fin, mamá Bachi, se hizo paso a través de tu armazón de huesos, como el agua que rompe la tierra, que no soporta ser contenida por nada y aprovechó tus 96 años, y el resquicio de tu corazón cansado para hacerse pasó y romper con toda lógica de los mortales y entregarse como yegua de fuego, a las pampas del más allá.

La vida te bendijo con 5 hijos, 23 nietos y un incontable número de bisnietos pero también te arrancó de tus entrañas a tu hija y a tu querido esposo y desde entonces quedaste herida de muerte. Una letanía de 12 largos años que se acaban hoy para volverte ver nacer, porque morir es volver a nacer, en un universo paralelo e incomprensible. Pagaste con creses tus errores y tus pecados acá mismo. Pero ¿para qué hablar de ellos? En nosotros queda tu cariño y tu amor, tus ocurrencias y lengua rápida, tu paciencia y tu empecinamiento para que todos hagamos lo correcto. Y como tú, también nosotros pagaremos por la ingratitud injustificada que jamás te mereciste.

Descansa en paz mamá Bachi, que acá todos te extrañaremos y te recordaremos con tu chispa incomparable incluso en tus momentos tristes: La vida es más deliciosa, cuando se vive en pecado.

Julio Cortázar: a Edith Aron. Carta

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Querida Edith:

No sé si se acuerda todavía del largo, flaco, feo y aburrido compañero que usted aceptó para pasear muchas veces por París, para ir a escuchar Bach a la Sala del Conservatorio, para ver un eclipse de luna en el parvis de Notre Dame, para botar al Sena un barquito de papel, para prestarle un pulóver verde (que todavía guarda su perfume, aunque los sentidos no lo perciban).

Yo soy otra vez ése, el hombre que le dijo, al despedirse de usted delante del Flore, que volvería a París en dos años. Voy a volver antes, estaré allí en noviembre. Pienso en el gusto de volverla a encontrar, y al mismo tiempo tengo un poco de miedo de que usted esté ya muy cambiada, de que no le divierta la posibilidad de verme. Por eso le pido desde ahora y se lo pido por escrito porque me es más fácil que si usted está ya en un orden satisfactorio de cosas, si no necesita este pedazo de pasado que soy yo, me lo diga sin rodeos. Sería mucho peor disimular un aburrimiento. Me gustaría que siga siendo brusca, complicada, irónica, entusiasta, y que un día yo pueda prestarle otro pulóver.

 

Julio Cortázar: Te prefiero viva, a Alejandra Pizarnik. Carta

julio-cortc3a1zar-2Mi querida, tu carta de julio me llega en septiembre, espero que entre tanto estás ya de regreso en tu casa. Hemos compartido hospitales, aunque por motivos diferentes; la mía es harto banal, un accidente de auto que estuvo a punto de. Pero vos, vos, ¿te das realmente cuenta de todo lo que me escribís? Sí, desde luego te das cuenta, y sin embargo no te acepto así, no te quiero así, yo te quiero viva, burra, y date cuenta que te estoy hablando del lenguaje mismo del cariño y la confianza –y todo eso, carajo, está del lado de la vida y no de la muerte. Quiero otra carta tuya, pronto, una carta tuya. Eso otro es también vos, lo sé, pero no es todo y además no es lo mejor de vos. Salir por esa puerta es falso en tu caso, lo siento como si se tratara de mí mismo. El poder poético es tuyo, lo sabés, lo sabemos todos los que te leemos; y ya no vivimos los tiempos en que ese poder era el antagonista frente a la vida, y ésta el verdugo del poeta. Los verdugos, hoy, matan otra cosa que poetas, ya no queda ni siquiera ese privilegio imperial, queridísima. Yo te reclamo, no humildad, no obsecuencia, sino enlace con esto que nos envuelve a todos, llámale la luz o César Vallejo o el cine japonés: un pulso sobre la tierra, alegre o triste, pero no un silencio de renuncia voluntaria. Sólo te acepto viva, sólo te quiero Alejandra.

Escríbeme, coño, y perdoná el tono, pero con qué ganas te bajaría el slip (¿rosa o verde?) para darte una paliza de esas que dicen te quiero a cada chicotazo.

Julio.

París, 9 de septiembre de 1971

James Joyce: Carta erótica a Nora, fechada el 3/12/1909. Carta

1075084_702085953141189_1690256452_nMi querida niñita de las monjas: hay algún estrella muy cerca de la tierra, pues sigo presa de un ataque de deseo febril y animal. Hoy a menudo me detenía bruscamente en la calle con una exclamación, siempre que pensaba en las cartas que te escribí anoche y antenoche. Deben haber parecido horribles a la fría luz del día. Tal vez te haya desagradado su grosería. Sé que eres una persona mucho más fina que tu extraño amante y, aunque fuiste tu misma, tu, niñita calentona, la que escribió primero para decirme que estabas impaciente porque te culiara, aún así supongo que la salvaje suciedad y obscenidad de mi respuesta ha superado todos los límites del recato. Cuando he recibido tu carta urgente esta mañana y he visto lo cariñosa que eres con tu despreciable Jim, me he sentido avergonzado de lo que escribí. Sin embargo, ahora la noche, la secreta y pecaminosa noche, ha caído de nuevo sobre el mundo y vuelvo a estar solo escribiéndote y tu carta vuelve a estar plegada delante de mí sobre la mesa. No me pidas que me vaya a la cama, querida. Déjame escribirte, querida.

Como sabes queridísima, nunca uso palabras obscenas al hablar. Nunca me has oído, ¿verdad?, pronunciar una palabra impropia delante otras personas. Cuando los hombres de aquí cuentan delante de mí historias sucias o lascivas, apenas sonrío. Y, sin embargo, tu sabes convertirme en una bestia. Fuiste tu misma, tu, quien me deslizaste la mano dentro de los pantalones y me apartaste suavemente la camisa y me tocaste la pinga con tus largos y cosquilleantes dedos y poco a poco la cogiste entera, gorda y tiesa como estaba, con la mano y me hiciste una paja despacio hasta que me vine entre tus dedos, sin dejar de inclinarte sobre mí, ni de mirarme con tus ojos tranquilos y de santa. También fueron tus labios los primeros que pronunciaron una palabra obscena. Recuerdo muy bien aquella noche en la cama en Pola. Cansada de yacer debajo de un hombre, una noche te rasgaste el camisón con violencia y te subiste encima para cabalgarme desnuda. Te metiste la pinga en el coño y empezaste a cabalgarme para arriba y para abajo. Tal vez yo no estuviera suficientemente arrecho, pues recuerdo que te inclinaste hacia mi cara y murmuraste con ternura: “¡Fuck me, darling!”

Nora querida, me moría todo el día por hacerte uno o dos preguntas. Permítemelo, querida, pues yo te he contado todo lo que he hecho en mi vida; así, que puedo preguntarte, a mi vez. No sé si las contestarás. Cuándo esa persona cuyo corazón deseo vehementemente detener con el tiro de un revólver te metió la mano o las manos bajo las faldas, ¿se limitó a hacerte cosquillas por fuera o te metió el dedo o los dedos? Si lo hizo, ¿subieron lo suficiente como para tocar ese gallito que tienes en el extremo del coño? ¿Te tocó por detrás? ¿Estuvo haciéndote cosquillas mucho tiempo y te viniste? ¿Te pidió que lo tocaras y lo hiciste? Sino lo tocaste, ¿se vino sobre ti y lo sentiste?

Otras pregunta, Nora. Sé que fui el primer hombre que te folló, pero, ¿te masturbó un hombre alguna vez? ¿Lo hizo alguna vez aquel muchacho que te gustaba? Dímelo ahora, Nora, responde a la verdad con la verdad y a la sinceridad con la sinceridad. Cuando estabas con él de noche en la oscuridad de noche, ¿no desabrocharon nunca, nunca, tus dedos sus pantalones ni se deslizaron dentro como ratones? ¿Le hiciste una paja alguna vez, querida, dime la verdad, a él o a cualquier otro? ¿No sentiste nunca, nunca, nunca la pinga de un hombre o de un muchacho en tus dedos hasta que me desabrochaste el pantalón a mí? Si no estás ofendida, no temas decirme la verdad. Querida, querida esta noche tengo un deseo tan salvaje de tu cuerpo que, si estuvieras aquí a mi lado y aún cuando me dijeras con tus propios labios que la mitad de los patanes pelirrojos de la región de Galway te echaron un polvo antes que yo, aún así correría hasta ti muerto de deseo.

Dios Todopoderoso, ¿qué clase de lenguaje es este que estoy escribiendo a mi orgullosa reina de ojos azules? ¿Se negará a contestar a mis groseras e insultantes preguntas? Sé que me arriesgo mucho al escribir así, pero, si me ama, sentirá que estoy loco de deseo y que debo contarle todo.
Cielo, contéstame. Aun cundo me entere de que tu también habías pecado, tal vez me sentiría todavía más unido a ti. De todos modos, te amo. Te he escrito y dicho cosas que mi orgullo nunca me permitiría decir de nuevo a ninguna mujer.

Mi querida Nora, estoy jadeando de ansia por recibir tus respuestas a estas sucias cartas mías. Te escribo a las claras, porque ahora siento que puedo cumplir mi palabra contigo. No te enfades, querida, querida, Nora, mi florecilla silvestre de los setos. Amo tu cuerpo, lo añora, sueño con él.
Háblenme queridos labios que he besado con lágrimas. Si estas porquerías que he escrito te ofenden, hazme recuperar el juicio otra vez con un latigazo, como has hecho antes.

¡Qué Dios me ayude!

Te amo Nora, y parece que también esto es parte de mi amor. ¡Perdóname! ¡Perdóname!

Francisco Bolognesi: Carta dirigida a su esposa, María Josefa, antes de ser abatido por el enemigo. Carta

Francisco BolognesiArica 22 de Mayo de 1880

Adorada María Josefa,

Esta será seguramente una de las últimas noticias que te llegarán de mí, porque cada día que pasa vemos que se acerca el peligro y que la amenaza de rendición o aniquilamiento por el enemigo superior a las fuerzas peruanas, son latentes y determinantes. Los días y las horas pasan y las mismas como golpes de campana trágica que se esparcen sobre este peñasco de la ciudadela militar, engrandecida con un puñado de patriotas que tienen su plazo contado y su decisión de pelear sin desmayos en el combate, para no defraudar al Perú.

¿Qué será de ti, amada esposa, tú que me acompañaste con amor y santidad? ¿qué será de nuestra hija y de su marido, que no me podrán ver ni sentir en el hogar común? Dios va a decidir este drama en que los políticos que fugaron y los que asaltaron el poder, tienen la misma responsabilidad. Unos y otros han dictado con su incapaz conducta, la sentencia que nos aplicará el enemigo. Nunca reclames nada, para que no crean que mi deber tuvo precio. Besos para ti y Margarita. Abrazos a Melvin.

Francisco Bolognesi

James Joyce: Carta erótica a su esposa, Nora Barnacle. Carta

James Joyce and Nora Barnacle on the day of their marriage in 1931Dublin, Diciembre 9, 1909

Mi dulce y traviesa pajarita cogedora. Aquí está otro billete para comprar lindos calzones o medias o ligas. Compra calzones de puta, amor, y asegúrate de rociarles las piernas con algún agradable aroma y también de mancharlas un poquito atrás.

Pareces ansiosa de saber cómo recibí tu carta que dices es peor que la mía. ¿Cómo que es peor que la mía, amor? Sí, es peor en una o dos partes. Me refiero a la parte en la que dices que lo harás con tu lengua (no me refiero a que me chupes) y en esa amable palabra que escribiste bien grande y subrayada, pequeña canalla. Es excitante escuchar esa palabra (y una o dos más que no escribiste) en los labios de una chica. Pero prefiero que hables de ti y no de mí. Escríbeme una larga, larga carta, llena de esas y otras cosas, acerca de ti, querida. Ahora ya sabes cómo regalarme una erección. Dime las más pequeñas cosas acerca de ti tan detalladamente mientras sean obscenas, sucias y secretas. No escribas otra cosa. Deja a cada oración llenarse de sucias e impúdicas palabras y sonidos. Son lo que más amo oír y ver en el papel, porque las más sucias son las más hermosas.

Las dos partes de tu cuerpo que hacen cosas sucias son las más amadas por mí. Prefiero tu culo, querida, a tus tetitas porque hace cosas más sucias. Si amo tanto tu coño no tanto por ser la parte de tu cuerpo que penetro, sino porque hace otra cosa sucia. Puedo pasar todo el día acostado putaneando mientras miro la divina palabra que escribiste, y la cosa que dices quisieras hacer con tu lengua. Desearía poder oír tus labios murmurando esas celestiales y excitantes palabras sucias, ver tu boca haciendo ruidos y sonidos sucios, sentir tu cuerpo culebreando debajo mío oír y oler los gruesos sucios pedos de niña irse pop pop fuera de tu hermoso culo desnudo de niña y coger, coger, coger el sexo de mi caliente villana, mi pequeña y cogedora pajarita, por siempre.

Estoy feliz ahora, porque mi putita dijo que quiere que lo hagamos por atrás, y quiere que la coja por la boca, y quiere desabotonarme y sacar mi petaca y chuparla como una teta. Más y más sucias que éstas cosas quiere ella hacer, mi pequeña y desnuda cogedora, mi pícara y culebreadora pequeña culeadora, mi dulce y sucia pedorrita.

Buenas noches mi pequeño coñito, me voy a acostar y jalármela hasta acabar. Escribe más y más sucio, querida. Hazle cosquillitas a tu pequeño pene mientras me escribes para que te haga decir peores y peores cosas. Escribe las palabras obscenas grandes y subrayadas y bésalas y ponlas un momento en tu dulce sexo caliente, querida, y también levanta un momento tu vestido y ponlas debajo de tu querido culito pedorreador. Haz más si quieres y mándame entonces la carta, mi querida pajarita cogedora de enojado trasero.

Túpac Amaru – Micaela Bastidas: Cartas antes de ser apresados y ajusticiados por las tropas reales. Carta

Carta De Micaela Bastidas A Túpac Amaru:

Chepe mío, tú me has de acabar de pesadumbres, pues andas muy despacio paseándote en los pueblos y mas en Yauri, tardándote dos grandes días con grandes descuidos, pues los soldados tienen razón de aburrirse irse cada uno a sus pueblos…yo ya no tengo paciencia para aguantar todo esto, pues yo mismo soy capaz de entregarme a los enemigos para que me quiten la vida, porque veo el poco anhelo con que ves este asunto tan grave que corroe con detrimento la vida de todos, y estamos en medio de los enemigos que no tenemos segura la vida y por tu causa a pique de peligrar todos mis hijos, los demás de nuestra parte…” – “bastante advertencia te di, para que inmediatamente fueses al Cuzco pero has dado todo a la barata, dándoles tiempo para que se prevengan como ya lo han hecho”

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Carta De Túpac Amaru A Micaela Bastidas:

En algún lugar de la Cordillera de los Andes, Enero de 1782.

Micaela:

Amor Mío. Por primera vez me encuentro rodeado de hombres verdaderos.

Hay muchos hombres: inteligentes, audaces, prudentes, fríos, calculadores, desleales, ignorantes, pero pocos decentes e idealistas.

Pero esos pocos entre los cuales me incluyo, con el tiempo van a ser legiones, a medida que nuestro ejemplo vaya derrotando al inhumano conquistador.

Contigo por primera vez he sentido el Amor.

El Hombre sin Amor es Incompleto.

La civilización que nos quieren imponer ha escrito mucho sobre el Amor, pero la nuestra hace posible la experiencia del verdadero Amor.

Por todo eso, para dar dignidad y Amor a este mundo, estamos luchando.

Todos mis indios, son Hombres Nuevos, hombres silenciosos, pero tremendamente revolucionarios.

Nuestro Amor también comenzó silenciosamente…  ¡Qué misterio¡ ¿verdad?  Toda la selva verde y las altas montañas, todo el mar que contemplo en el cual me baño, la tierra que piso, las estrellas que miro ¿de dónde vienen? Y Tú, ¿de qué mundo vienes?

Porque mujeres de tu condición son raras manifestaciones que de tanto en tanto aparecen en la Tierra para Purificarla y Embellecerla.

Tú eres Amor. Eres para Ser amada.

Cuando ama, la mujer es vibración que estremece y conduce a un mundo superior.

Desde que te amo, vibro, trato de superarme. Cuando te beso, se agita mi alma, siento la presencia de la vida en plenitud.

Juntos somos la vibración profunda que trata de arrancarle el misterio al universo entero.

La energía secreta de tus ojos siempre me impulsan hacia nuevos objetivos. ¡A vencer!

Quizás para ello se precise una vida, miles de hombres nuevos….

Pero también sé que si estos hombres son amados por mujeres como tú, harán todo lo posible y los plazos se acortaran. Contigo junto a mi, tengo Fe en Mi Estrella.

Mientras Tú me ames formaré parte de la forja de los hombres que pelean por la libertad de todos los hombres.

Tú eres el comienzo de mi libertad individual. Juntos somos la expresión telúrica de nuestra raza.

En estos momentos me avisan que los conquistadores nos están cercando….

Pronto me uniré a Ti.

Túpac Amaru”

Ryunosuke Akutagawa: Carta para un viejo amigo. Carta

imagesEsta carta fue dejada por Rynosuke Akutagawa a un amigo antes del suicidio, a los 35 años

Probablemente nadie que intente el suicidio, como Reigner muestra en uno de sus cuentos, tiene clara conciencia de todos sus motivos. Los cuales generalmente son muy complejos. Por lo menos en mi caso está impulsado por una vaga sensación de ansiedad, una vaga sensación de ansiedad sobre mi propio futuro.

Aproximadamente en los últimos dos años, he pensado solo en la muerte, y con especial interés he leído un relato que trata sobre este proceso. Mientras el autor se refiere a esto en términos abstractos, yo seré lo mas concreto que pueda, incluso hasta el punto de sonar inhumano. En este punto yo estoy moralmente obligado a ser honesto. En cuanto al vago sentido de ansiedad respecto de mi futuro, creo que lo he analizado por completo en mi relato, «La vida de un loco», excepto por el factor social, llamémoslo la sombra del feudalismo, proyectada sobre mi vida. Esto lo omití a propósito, al no tener la certeza de poder clarificar realmente el contexto social en el cual viví.

Una vez tomada la decisión de suicidarme (yo no lo veo en la forma en que lo ven los occidentales, es decir como un pecado) me resolví por la forma menos dolorosa de llevarlo a cabo. Excluí, por razones prácticas y estéticas, la posibilidad de ahorcarme, dispararme un tiro, saltar al vacío u otras formas de suicidio. El uso de drogas me pareció el camino más satisfactorio. Y por el lugar, tendría que ser mi propia casa, cualquiera sean los inconvenientes para mi familia. Como una suerte de trampolín, al igual que Kleist y Racine, pensé en la compañía de una amante o un amigo, pero habiendo elevado la autoconfianza, decidí seguir adelante solo. Y la última cosa a considerar, fue asegurarme una perfecta ejecución, sin el conocimiento de mi familia. Después de unos meses de preparación me convencí de la posibilidad de realizarlo.

Nosotros los humanos, siendo animales humanos, tenemos un miedo animal a la muerte, la así llamada vitalidad no es otra cosa que fuerza animal. Yo mismo soy uno de esos animales humanos. Mi sistema parece gradualmente haberse liberado de esa fuerza animal, teniendo en cuenta el poco interés que me queda por el alimento y las mujeres. El mundo en el que estoy ahora es uno de enfermedades nerviosas, lúcido y frío. La muerte voluntaria debe darnos paz, si no felicidad. Ahora que estoy listo, encuentro la naturaleza más hermosa que nunca, paradójico como suene. Yo he visto, amado, entendido más que otros, en ésto tengo cierto grado de satisfacción, a pesar de todo el dolor que hasta aquí he soportado.

P.S: Leyendo la vida de Empédocles, me dí cuenta de cuán antiguo es el deseo de uno de convertirse en Dios. Esta carta, en cuanto a mi concierne, no intenta esto. Por el contrario, yo me considero uno de los hombres más comunes. Vos debés recordar esos días, veinte años atrás, cuando discutimos «Empédocles sobre el Etna» bajo los árboles de tilo. En esos tiempos yo era uno de los que deseaba convertirse en Dios.

César Moro: Carta IV.

cesar moroYo puedo pronunciar tu nombre hasta perder el conocimiento, hasta olvidarme de mí mismo; hasta salir enloquecido y destrozado, lleno de sangre y ciego a perderme en las suposiciones y en las alucinaciones más torturantes. Todo me persigue con tu nombre. Tu imagen aparece a cada instante debajo de todas las imágenes, de todas las representaciones.
Nada puede hacerme sufrir más que el espectáculo del amor. Yo solo, frente al mundo, fuera del mundo, en el mundo intermedio de la nostalgia fúnebre, de las aguas maternas, del gran claustro, del paraíso perdido; frente a ti lejos, tan lejos que ya nada puede salvarme, ni la muerte.
Me has arrojado por debajo de mí mismo: las palabras se van acumulando; hay palabras de las que ya no se vuelve, que se abre una brecha por la que se introducen el veneno y la tristeza de muerte; la desolación total, la soledad, el abandono definitivo.
Encerrado dentro de mí, solo con el recuerdo que me persigue noche y día sin reposo. Ya no puedo acordarme de cuando sonreías, ahora apareces alejándote y con una mirada que yo no hubiera querido conocer. Ya sé todo lo que nunca hubiera querido saber, lo que algunos hombres conocen solamente pocos instantes antes de su muerte. Y debe seguir viviendo sin esperanza, sin estímulo sin ese pequeño espacio de refugio, de descanso que todos necesitamos. Quizás más que nadie tenía necesidad yo de una tabla de salvación, de una última apariencia engañosa de la vida para seguir adelante, para salvarme de mí mismo y de la conciencia que del mundo y de la vida he tenido desde que pude darme cuenta de la vida.
Ahora, dónde ir, dónde volver la cara, a quién contar lo que puede sufrir un ser humano que a veces desconozco y que siento como un extranjero enloquecido dentro de una casa vacía. Qué puede reservarme la vida sino la repetición constante de un sólo instante, del más amargo de los instantes. Cada nuevo día que viene no hace sino traerme la misma desesperación; mi primer pensamiento, al despertar, eres tú; el último, al dormir, eres tú. Y ni sueño no es sino una angustiosa búsqueda de ti. Sueño que te vas, que me abandonas, como si pudiera abandonarse algo que nunca se ha aceptado. Porque tú nunca me has aceptado, nunca has querido saber nada de mí. Apenas llegaste, ya no pude ver nada, salí despavorido tras de ti y así he continuado.
Ojalá fuera verdad el mito del alma que se vende al diablo. Ya la hubiera yo vendido por toda una eternidad para estar más cerca de ti, para tener la seguridad de verte siempre. Lo que me aterroriza de la muerte es saber que entonces no podré pensar en ti, que ya no vendrá tu recuerdo a torturarme; que mi ternura, mi pobre ternura rechazada no podrá envolverte en una mirada, en un anhelo infinito.
El cielo es azul, la vida es hermosa, el aire se vuelve respirable porque existes. Yo sé que la vida es hermosa aunque no la recuerdo, sé que el cielo es azul aunque no lo miro nunca, sé que puede ser más azul que nunca cuando tú sonríes. Tu sonrisa es lo más bello y humano que yo conozca. Cuando sonríes parece que todas las montañas del mundo tuvieran sol y árboles y que viniesen a tu encuentro a besar las huellas de tus pasos; parece que la noche se hubiera acabado para siempre y que ya solo la luz y el amor y una inocencia cósmica reinaran sobre el universo, donde los planetas y los astros no peden compararse a ti sino como reflejos o emanaciones de tu presencia en el mundo. Ya que en tu poder está volver sombrío el día y hacer clara la noche y desencadenar lluvias tempestuosas y hacer gemir los elementos, ¿por qué no quieres transformarme en un pedazo de tu sombra, o en tu aliento o simplemente en un partícula de tu pensamiento? Si no quieres salvarme condéname a una muerte fulminante, condéname a la desaparición total, pero que no siga esta larga angustia, ese temor de cada día, de cada hora. Haz que vuelva al origen de mi vida, a la nada, y no vuelvas a crearme ni a traerme nuevamente a la vida ni siquiera bajo la forma de una piedra; aun así tendría la nostalgia insaciable de ti, la memoria de tu recuerdo. Dispérsame en el aire o en el fuego o en el agua o mejor en la nada, fuera del mundo.
Sólo pido a la vida que nunca me deje un momento de reposo, que mientras haya un soplo de vida en mí, me torture y me enloquezca tu recuerdo, que cada día se me haga más odiosa tu ausencia y que por una fuerza incontenible me llegue a encerrar en una soledad que no esté habitada sino por tu presencia. Ya no sé quién soy ni quién fui antes de conocerte. ¿Acaso yo existía antes de conocerte? No, no era sino el reflejo de la luz que iba llegando, de tu presencia que se acercaba. Persígueme, tortúrame, maldíceme, pero no me abandones a mi propia desesperación. Trata de comprender los sentimientos de un ser mortal que te venera, que siente un ansia irracional de confundirse contigo, que no conoce de la vida otra cosa que lo que tú le has enseñado; que sabe que el día es un largo período de siglos que parecen un instante cuando tu presencia se manifiesta; el resto del tiempo es noche. Manifiéstate a mí bajo tu apariencia humana; no tomes el aspecto de sol o de la lluvia para venir a verme; a veces me es difícil reconocerte en el rumor del viento o cuando en mis sueños adquieres el aspecto demasiado violento de una enorme piedra de basalto que rueda por el espacio infinito sin detenerse y me arrastra a la desolación de las playas muertas que la planta del hombre no había hollado aún; playas todas negras en que una montaña que ocupa todo el horizonte sostiene una reproducción del tamaño del cielo de tu cabeza tal como yo la conozco, tu cabeza rodeada de centellas y que despide un fuego tan terrible que a veces se propaga hasta las nubes e incendia el mundo. Pero basta el movimiento imperceptible de uno solo de tus músculos, el más pequeño para que todo vuelva a ser como nosotros creíamos que era, antes de que tu presencia se manifestara al mundo y antes de que yo fuera el primero y el último de tus adeptos, oh espíritu nocturno.

Abrásame en tus llamas poderoso demonio; consúmeme en tu aliento de tromba marina, poderosos Pegaso celeste, gran caballo apocalíptico de patas de lluvia, de cabeza de meteoro, de vientre de sol y luna, de ojos de montañas de la luna. Gran vendaval, dispérsame en la lluvia y en la ausencia celeste, dispérsame en el huracán de celajes que arremolina tu paso de centella por la avenida de los dioses donde termina la Vía Láctea que nace de tu pene.

José Saramago: Carta a Aminatu Haidar

Querida Aminatu Haidar:

Si estuviera en Lanzarote, estaría contigo. Y no porque sea también un militante separatista, como te ha definido el embajador de Marruecos, sino precisamente por todo lo contrario: creo que el planeta es de todos y todos tenemos derecho a nuestro espacio para poder vivir en armonía.

Creo que los separatistas son los que separan a las personas de su tierra, la expulsan, tratan de desarraigarla para que, siendo algo distinto a lo que son, unos alcancen más poder y los otros pierdan su propia estima y acaben siendo engullidos por la sinrazón. Marruecos con El Sahara incumple todas las normas de buena conducta. Despreciar a los saharauis es la demostración de que la Carta de los Derechos Humanos no se ha instalado en la sociedad marroquí, que no protesta con lo que se le hace al vecino, y es, sobre todo, la evidencia de que Marruecos no se respeta a sí mismo: quien está seguro de su pasado no necesita expropiar al de al lado para expresar una grandeza que nadie nunca reconocerá.

Porque si el poder de Marruecos acaba doblegando a los saharauis, ese país, admirable por otras cosas, habrá obtenido la más triste victoria, una victoria sin honor, sin brillo, levantada sobre la vida y los sueños de tanta gente que quería vivir en paz en su tierra y con sus vecinos para, todos juntos, hacer del continente un lugar más habitable.

Querida Aminatu Haidar: Has dado un ejemplo valioso que en todo el mundo se reconoce. No pongas en riesgo tu vida porque te quedan por delante muchas batallas y eres necesaria. Tus amigos, los amigos de tu pueblo, tomaremos el relevo en los foros que sean necesarios. Al Gobierno de España le pedimos sensibilidad. Contigo, con tu gente. Ya sabemos que las relaciones internacionales son muy complejas, pero hace muchos años que se abolió la esclavitud para las personas y para los pueblos. No se trata de humanitarismo: las resoluciones de Naciones Unidas, el Derecho Internacional y el sentido común están de un lado, y en Marruecos y en España se sabe.

Dejemos que Aminatu regrese a casa con el reconocimiento de su valor, a las claras, porque son personas como ella quienes dan personalidad a nuestro tiempo, y sin Aminatu todos seríamos más pobres. Aminatu no tiene un problema, lo tiene Marruecos. Y puede resolverlo, tendrá que resolverlo y no sólo para una mujer frágil, sino para todo un pueblo que no se rinde porque no puede entender ni la irracionalidad ni la voracidad expansionista, propia de otros tiempos y de otro grado de civilización.

Un abrazo muy fuerte, querida Aminatu Haidar.

 

César Moro: Carta a Antonio.

Te quiero con tu gran crueldad, porque apareces en medio de mi sueño y me levantas y como un dios, como un autentico dios, como el único y verdadero, con la injusticia de los dioses, todo negro dios nocturno, todo de obsidiana con tu cabeza de diamante, como un potro salvaje, con tus manos salvajes y tus pies de oro que sostienen tu cuerpo negro, me arrastras y me arrojas al mar de las torturas y de las suposiciones.

Nada existe fuera de ti, sólo el silencio y el espacio. Pero tu eres el espacio y la noche, el aire y el agua que bebo, el silencioso veneno y el volcán en cuyo abismo caí hace tiempo,  hace siglos, desde antes de nacer, para que de los cabellos me arrastres hasta mi muerte.
Inútilmente me debato, inútilmente pregunto. Los dioses son mudos; como un muro que se aleja, así respondes a mis preguntas, a la sed quemante de mi vida.
¿Para qué resistir a tu poder? Para qué luchar con tu fuerza de rayo, contra tus brazos de torrente; si así ha de ser, si eres el punto, el polo que imanta mi vida.
Tu historia es la historia del hombre. El gran drama en que mi existencia es el zarzal ardiendo, el objeto de tu venganza cósmica, de tu rencor de acero.
Todo sexo y todo fuego, así eres. Todo hielo y todo sombra, así eres: hermoso demonio de la noche, tigre implacable de testículos de estrella, gran tigre negro de semen inagotable de nubes inundando el mundo. Guárdame junto a ti, cerca de tu ombligo en que principia el aire; cerca de tus axilas donde se acaba el aire. Cerca de tus pies y cerca de tu manos. Guárdame junto a ti.
Seré tu sombra y el agua de tu sed, con ojos; en tu sueño seré aquel punto luminoso que se agranda y lo convierte todo en lumbre; en tu lecho al dormir oirás como un murmullo y un calor a tus pies se anudará e irá subiendo y lentamente se apoderará de tus miembros y un gran descanso tomará tu cuerpo y al extender tu mano sentirás un cuerpo extraño, helado: seré yo. Me llevas en tu sangre y en tu aliento, nada podrá borrarme. inútil tu fuerza para ahuyéntarme, tu rabia es menos fuerte que mi amor; ya tú y yo unidos para siempre, a pesar tuyo, vamos juntos.
En el placer que tomas lejos de mi hay un sollozo y tu nombre.
Frente a tus ojos el fuego inextinguible.

Simone de Beauvoir: Carta a Jean Paul Sartre

Querido pequeño ser:

Quiero contarle algo extremadamente placentero e inesperado que me pasó: hace tres días me acosté con el pequeño Bost. Naturalmente fui yo quien lo propuso, el deseo era de ambos y durante el día manteníamos serias conversaciones mientras que las noches se hacían intolerablemente pesadas. Una noche lluviosa, en una granja de Tignes, estábamos tumbados de espaldas a diez centímetros uno del otro y nos estuvimos observando más de una hora, alargando con diversos pretextos el momento de ir a dormir. Al final me puse a reír tontamente mirándolo y él me dijo: «¿De que se ríe?». Y le contesté: «Me estaba preguntando qué cara pondría si le propusiera acostarse conmigo». Y replicó: «Yo estaba pensando que usted pensaba que tenía ganas de besarla y no me atrevía». Remoloneamos aún un cuarto de hora más antes de que se atreviera a besarme. Le sorprendió muchísimo que le dijera que siempre había sentido muchísima ternura por él y anoche acabó por confesarme que hacía tiempo que me amaba. Le he tomado mucho cariño. Estamos pasando unos días idílicos y unas noches apasionadas. Me parece una cosa preciosa e intensa, pero es leve y tiene un lugar muy determinado en mi vida: la feliz consecuencia de una relación que siempre me había sido grata. Hasta la vista querido pequeño ser; el sábado estaré en el andén y si no estoy en el andén estaré en la cantina. Tengo ganas de pasar unas interminables semanas a solas contigo.

Te beso tiernamente,

Tu Castor.

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